ESPEOLOGIA EN ESTADO PURO

Antonio, Pedro, Felipe y Enrique


Jose Luis, Pedro, Felipe y Enrique
La cueva




El Domingo, como durante toda la semana, la tónica general fue de niebla y frío. Tras la disputa del Duatlón de Arenales la tarde anterior, las piernas duras como rocas y con pocas ganas de pedalear.
Antonio Peinado, miembro del Club de Triatlón, se nos incorpora al cuarteto habitual (Felipe, Enrique, Pedro y yo).
Tomamos camino a La Garza, encabezando Felipe que viste los culotes piratas, desafiando así al intenso frío. La ruta de hoy nos dirigiría a "La cueva", un paraje natural cercano a la finca Cuevalosa, donde se encuentra una cueva muy curiosa y que de no conocer su enclave exacto, pasa desapercibida desde el camino.
Una vez en La Garza, tomámos dirección este, comenzando así una serie de senderos y subidas continuadas y exigentes. El paisaje es curioso, todos lo vamos observando, aunque sin perder vista del camino por el que transitamos, con grandes irregularidades y rocas.
La verdad sea dicha, ninguno de los presentes, excepto Felipe, nos orientábamos, ya que encontrábamos imnumerables cruces de caminos.
El frío no cesaba y nuestros pies iban enfriándose poco a poco, sobre todo los de Antonio, que no acertó en la elección de los calcetines y sufrió de lo lindo.
Tras rodar unos 24 kms, llegamos a la cueva, sin más, pie a tierra y avituallamiento. Pedro como es habitual en él y sobre todo en estas fechas navideñas, saca de su mochila la tableta de turrón de suchard. "turrón que no falte". Al final todos hacemos uso de la misma.
Hacemos una pequeña inclusión en la cueva, pero como no llevábamos los "cascos de minero con luz" decidimos inmortalizar el momento y continuar con la ruta.
Reiniciamos la marcha dirección a Cuevalosa, posteriormente La Hormiga y El Buen Retiro, donde tomamos la carretera hacia el Castillo de Peñarroya. En este tramo con el aire a favor y con ganas de velocidad, Pedro y Felipe marcaban un ritmo vivo.
Ya en el Castillo, descendimos por la Romana, para no perder la técnica en el descenso. Seguimos por la carretera de la presa y afrontamos la sendilla para regresar de nuevo al Castillo, tomando ya dirección a Tomelloso.
El regreso a Tomelloso se desarrolló sin novedad, aumentando en los últimos 5 kms el ritmo Felipe para recordarnos que no es cojo.
Finalmente llegamos a Tomelloso y como el autocar de Moya, hacemos el reparto de corredores, primero Antonio, luego Felipe, Enrique, Pedro y yo.





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